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Lo bueno de tener un mal día: Cómo cuidar de nuestras emociones para estar mejor

18 de julio de 2024

El libro Lo bueno de tener un mal día ayuda a entender la complejidad de las emociones. Da buenos consejos de como comenzar a manejarnos y conocernos mejor. Buena lectura de superación personal y manejo de inteligencia emocional. Me gusta que la autora tiene base de conocimientos científicos y de terapia.

lo bueno de tener un mal día

Introducción: libro Lo bueno de tener un mal día

La autora del libro “Lo bueno de tener un mal día. Cómo cuidar nuestras emociones para estar mejor” es la psiquiatra y psicoterapeuta Anabel González que también es doctora en Medicina y especialista en Criminología y, por si fuera poco, experta en terapia EMDR (muy útil para deshacer nudos emocionales), miembro de la directiva de la Sociedad Europea de Trauma y Disociación (ESTD), y trabajadora en el Hospital Universitario de A Coruña (CHUAC).

La idea del libro radica en que los malos días, son malos y se suceden continuamente, pero saber llevarlos bien es la clave para sentirnos a gusto con nosotros mismos y con nuestro estilo de vida.

Tal y como explica la autora, lo importante no es mostrar siempre una actitud positiva y sonreír a la vida pase lo que pase, más bien, es saber gestionar nuestras emociones sin esconderlas o redimirlas, sencillamente reconociéndolas y manejándolas con sentido.

A las emociones no hay que taparlas, sino sacarlas a la luz y mirarlas de frente.


Sin embargo, los seres humanos, en lo referente a gestionar nuestras emociones solemos hacer todo lo contrario. Si tenemos un mal día normalmente solemos recordar lo mal que estamos, ahondando más en el problema, o hacer como que no pasa nada, actitud que tampoco ayuda a resolverlo.

Las emociones son nuestras grandes consejeras, si aprendemos a escucharlas podremos identificarlas y cambiarlas, a pesar de que haya algunas que no nos gusten, debemos ser conscientes de que están ahí y darles el protagonismo que se merecen para poder tomar las medidas oportunas, al igual que hacemos con nuestra vida de pareja o nuestras amistades debemos estar abiertos a diferentes opiniones y puntos de vista.

En el tercer capítulo, El arte de emocionarse, Anabel, nos anima a desmontar las conductas que nos perjudican antes de tratar de implantar otras que nos ayuden, para ello utiliza un símil informático: es como si trataste de instalar un programa mientras hay otro que no funciona correctamente.

Primero debemos tomar consciencia de los problemas, de esa manera nuestra respuesta dejara de producirse de manera automática y a partir de ahí tendremos que aplicar unos patrones, de manera repetitiva, que nos permitan identificar nuestro estado y evitar que los problemas se acumulen.

Los nudos emocionales son bloqueos conformados por decepciones, por heridas, por vacíos, por seguir apegados a relaciones dolorosas y ciclos aún no cerrados, por ese motivo escucharnos y alejarnos de lo que nos hace mal es lo que nos va a ayudar a deshacerlos.

A estas alturas, ya está bastante claro que enfrentarnos a nuestras emociones es lo correcto, pero además de eso tenemos que aprender a digerirlas, y para ese proceso de digestión el sueño juega un papel crucial. Durante el sueño, mas concretamente en la fase REM, las memorias emocionales se van disipando, por ese motivo es tan importante dormir las horas necesarias y descansar, ya que es ahí cuando se cambia el efecto emocional de los recuerdos, el cerebro se desbloquea y hace que los recuerdos negativos pierdan fuerza.

Otro de los puntos que se tocan en el libro es la obsesión por la felicidad, en las redes sociales únicamente se muestra gente guapa, contenta, viviendo experiencias increíbles en sitios espectaculares, nunca salen feos o en un mal día; si esperamos estar siempre en éxtasis o vivir emociones significativas, la vida nos acabará decepcionando y aceptarlo nos ahorrará mucha insatisfacción.

Por último, Anabel también habla sobre la obsesión por la estimulación precoz del cerebro de los niños. Ella defiende la calma frente a esta tendencia, el cerebro de los niños está disparado, no mide cuánto tiene que sentir o activar, así que el trabajo de los padres es apaciguar, con frases del tipo: “No pasa nada”, “deja, eso”, “no vayas ahí”, “ten cuidado”, “tranquilo”. Tenemos que enseñarle al niño a autorregularse, para que cuando sean mayores el cerebro pueda obrar de la misma manera cuando sean mayores.

Conclusión:

En este libro descubrirás cómo enfrentarte a tus emociones, como desnudarlas para poder afrontarlas y no dejarlas aparcadas, indispensable para sintonizar con nuestro canal emocional y reconciliarnos con nuestras emociones.

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Otro libro que tambien deberias leer: Las cicatrices no duelen de Anabel Gonzalez

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