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El milagro metabólico Libro PDF

25 de junio de 2024

El libro El milagro metabólico es para todos aquellos que quieran entender cómo funciona su metabolismo y cómo ponerlo a trabajar a su favor.

El milagro metabólico

Antes de leer El milagro metabólico

A todos nos gusta comer. Pero lo hacemos mal y cada día peor. Engañados por la industria alimentaria, la publicidad, las fake news gastronómicas y los consejos nutricionales de la tía Bertha, con cada bocado tomamos decisiones nefastas que nos enferman, nos engordan y nos roban energía. ¿Cómo detener esta espiral? ¿A quién creerle y a quién no? ¿Cómo cambiar de hábitos sin volvernos rígidos y aburridos?

En este libro, el célebre doctor Carlos Jaramillo ofrece respuestas contundentes a esas preguntas y plantea que la clave para un peso óptimo y una salud plena está en el metabolismo.

Entender qué es, cómo opera y qué podemos hacer para que funcione a nuestro favor es fundamental, y es lo que el lector conseguirá en estas páginas.

Reseña crítica

Probablemente has intentado hacer alguna dieta que no te dio resultados. O sufres o conoces a alguien que sufre obesidad o diabetes.

Al menos has leído o te has enterado de algo al respecto. Bueno, según el dr. Carlos Jaramillo, la alimentación del mundo va mal. Falsas creencias, estudios poco comprobables y una industria feroz han sido una combinación explosiva para que las enfermedades hayan aumentado.

En este texto desintegra todo esto para enseñarnos sobre el metabolismo y darle un nuevo impulso a la alimentación, la inteligente. ¡Este es tu camino hacia una vida saludable!

Resumen del Libro el Milagro Metabólico

El metabolismo y su funcionamiento son hoy el punto de mira de la ciencia para comprender el origen y encontrar posibles soluciones a las afectaciones más comunes en la salud de los habitantes de este nuevo milenio.

Los malos hábitos alimenticios y la vida agitada, entre otras cosas, obligan a nuestro organismo a transitar por caminos antinaturales que tarde o temprano desembocan en padecimientos de toda índole e, incluso, en enfermedades graves.

De ahí el incremento en los índices de obesidad, fatiga, estrés, ansiedad, insomnio, depresión, diabetes, cáncer y enfermedades autoinmunes y cardiovasculares, entre muchas afecciones más. Pero no todo está perdido: comprendiendo el origen del problema tendremos la clave para modificar estos efectos.

El metabolismo

Hipócrates, el padre de la Medicina, que vivió en el siglo V antes de Cristo, decía que cuando algún enfermo se le acercaba para pedirle ayuda, él siempre le preguntaba si estaba dispuesto a renunciar a las causas de su propia enfermedad.

Eso es clave. Sin embargo, a todos nos cuesta entender que si queremos curarnos de un lupus o de cualquier afección crónica, debemos modificar nuestro estilo de vida y cambiar nuestra alimentación.

Todas las enfermedades que padecemos –no solo las cardio metabólicas están influenciadas por nuestro régimen alimentario. ¿Por qué? Porque la comida es la información que le damos al cuerpo.

Cada bocado y cada sorbo son “datos” para nuestro organismo. Sin embargo, lo ignoramos o no nos importa, porque hoy día el momento de desayunar, almorzar o cenar se ha convertido en el acto de comer para llenarnos, de comer porque toca, de comer de prisa porque no se puede perder tiempo en algo tan “poco relevante”.

El metabolismo es la capacidad que tienen las células del cuerpo para utilizar adecuadamente el oxígeno y el alimento que entran al organismo con el fin de producir energía.

El metabolismo y el peso adecuados dependen, aproximadamente en 80 %, de su alimentación, y el restante 20 %, del ejercicio que haga. Los desórdenes metabólicos de su organismo no están determinados por el índice calórico; son causados por el efecto que tiene la comida sobre las hormonas que regulan su metabolismo.

No importa si usted es vegetariano, vegano, omnívoro; no importa el régimen que siga, lo que sí importa es que comprenda que la riqueza más grande para la alimentación de un ser humano está en lo que provee la tierra, en esos vegetales de múltiples colores que crecen en ella.

Estos aportarán la cantidad de nutrientes necesarios, porque no solo contienen carbohidratos, tienen minerales, vitaminas, antioxidantes, propiedades antiinflamatorias. No lo olvide. Haga que esa sea su base en cada comida.

Hay que tener mucha cautela con el consumo de las harinas refinadas, y saber que el pan blanco y el integral elevan la insulina de la misma forma.

Sé que media humanidad prefiere los panes integrales porque cree que son más saludables y que puede comerlos sin restricciones. Eso es falso. No pierda de vista que las mencionadas harinas refinadas –pan blanco, pasteles, pizzas, pastas– tienen la capacidad de elevar la insulina hasta diez veces más que el azúcar.

Entrenamiento

Entrenar en ayunas sí que le permitirá lograr eso que prometen en los canales de televentas: ¡quemar su grasa! De verdad, sin trucos, sin engaños. Supongamos que usted cenó a las 7:00 de la noche –por cierto, trate de no cenar muy tarde–. Y no comió más porque, siguiendo la tradición de los sabios abuelos, esa era su tercera comida del día y con esa bastaba. Por tanto, desde esa hora su insulina estará “tranquila”.

Durante la noche, mientras duerme, su cuerpo estará consumiendo sus niveles de glucosa en el hígado. Si se levanta a las 5:00 o 6:00 de la mañana del día siguiente y se va a entrenar, aún tendrá algo de glucógeno en el hígado y usted estará utilizando la energía albergada en ese órgano; esa será la que use al ejercitarse, y claro, ahí sí la va a “quemar” –sé que le gusta ese verbo–. Cuando se termine este recurso, usted comenzará a consumir su propia grasa, que será la fuente energética para seguir adelante y no “fundirse”.

Dormir es muy importante para su organismo y para que su metabolismo esté bien.

Durante sus horas de sueño usted libera una hormona llamada melatonina. Esta, además de tener el efecto de “apagar su disco duro” o ayudar a su cuerpo a permanecer en “modo ahorro”, también tiene propiedades antioxidantes muy poderosas.

Si usted no duerme lo necesario, no producirá suficiente melatonina y oxitocina, y entonces tendrá un desbalance entre sus antioxidantes y los radicales libres.

Cada día trate de alimentarse dentro de un lapso de 12 horas, de tal manera que si usted desayuna a las 7:00 de la mañana, lo ideal es que cene a las 7:00 de la noche y, desde ese momento, boca cerrada: deje descansar su cuerpo y no le dé trabajo extra a la insulina.

No morirá de inanición. Dentro de esas doce horas, lo recomendable es que usted coma, máximo, tres veces al día. Trate, si es posible, de dejar un periodo de cinco horas de descanso entre cada comida. Por ejemplo, desayune a las 7:00 de la mañana, almuerce a la 1:00 de la tarde y cene a las 7:00 de la noche.

En un mundo ideal, lo más recomendable sería que desayunara dos horas después de levantarse. Y en ese lapso ojalá se ejercite.

Así tendrá mayor uso del cortisol y consumirá más la glucosa que tiene guardada en el hígado y en el cuerpo. Entiendo perfectamente que la vida moderna nos deja muy poco tiempo, que a veces es imposible tener esas dos horas cada día. Sin embargo, inténtelo.

“¿Doctor, puedo comer papas? ¿Y el plátano y el arroz?”, me preguntan con frecuencia los pacientes cuando comenzamos su recuperación metabólica. Y yo suelo responderles que todo a su tiempo.

Al inicio de la dieta prefiero dejarlos a un lado, pero luego los vamos reincorporando –dependerá de cómo va evolucionando cada uno–. Con el paso de los días sí podrán estar en su plato los cereales (arroz, quinoa, cuscús, entre otros) y los almidones (papa, yuca, plátano, camote), pero no olvide que tanto los unos como los otros son básicamente fibra y glucosa.

Sin embargo, al principio del proceso, es mejor apartarlos, recuerde que estamos corrigiendo su metabolismo. Mientras logramos que sus indicadores en sangre y su porcentaje de grasa corporal sean los adecuados, permanezca fiel a los vegetales iniciales.

Las frutas

Respecto a la frutas, la mejor manera de integrarlas a su dieta es durante el desayuno. No son tan recomendables para la cena –en la noche– y no las incluya entre comidas.

¿Cuántas porciones de estas debería consumir a diario? De acuerdo con lo publicado por la Organización Mundial de la Salud en agosto del 2018, “al menos 400 gramos (o sea, cinco porciones) de frutas” cada día. Esta indicación a mí me parece excesiva.

Hago esta afirmación a partir del trabajo que hemos realizado, en compañía de mis pacientes, para lograr la corrección de su metabolismo.

Los resultados que hemos obtenido me permiten recomendarle que, si usted no tiene problemas metabólicos, podría comer hasta dos porciones de fruta diariamente –con sus comidas–; y si ya le han detectado algún desorden metabólico, una porción será suficiente, hasta que su organismo se normalice.

Incorpore a su dieta las que tengan más fibra y, especialmente, menores índice y carga glicémicos, como las fresas (orgánicas), las frambuesas, las moras, los arándanos, la toronja, el kiwi, la piña, la naranja, el limón, la lima, las uchuvas, el coco, la manzana verde, el mango verde o con poca maduración, entre otras.

Grasas saludables

Las grasas saludables son benéficas para su cuerpo y deben ser parte permanente de su dieta. A lo largo de la historia de la humanidad nuestros antepasados las consumieron sin descanso.

¿Dónde hallar esas grasas buenas? En los aceites de oliva, de coco, de aguacate o de ajonjolí (nada de aceites vegetales como canola o girasol); en el coco entero, el aguacate, las aceitunas; en nueces como las almendras, las nueces de la India, las macadamias, las pecanas, la nuez del nogal (¡no compre las que han sido tostadas con aceite vegetal!); en semillas como la chía, el girasol, la linaza, el ajonjolí, el cáñamo; en pescados como el salmón, y en el huevo, el cacao y el ghee (mantequilla clarificada). Inclúyalas cada día en su dieta.

Si va a comer carnes rojas lo más recomendable es que provengan de ganado vacuno que haya sido alimentado con pasto, como sucede en nuestra región.

Evite los famosos angus norteamericanos. Hay otras muy buenas fuentes de proteína animal que no son tan habituales, como el cordero, el pato y el pavo, que además ofrecen un complemento de primer orden, ¡grasas saludables! Si va a comer pollo, que sea orgánico, de campo, que no haya sido engordado con antibióticos, ni maíz transgénico, ni tenga excesos de sodio.

El café es delicioso, pero no es el líquido más indicado para aquellos que saben que tienen problemas con el cortisol; para el resto, sí. En condiciones normales todos podríamos tomarnos entre una o dos tazas de café diarias –principalmente en la mañana y máximo hasta el mediodía.

Busque un buen producto, cómprese un buen café, ojalá sea orgánico, de alta montaña, mejor aún si lo adquiere en grano, si no fue tostado hace mucho y si lo muele en su casa –el precio de las moledoras de café eléctricas ha bajado, son pequeñas, cómodas, rápidas.

Comer debe ser siempre un acto de respeto y amor hacia usted, hacia ese templo que es su cuerpo. Cuando usted comprenda cómo alimentarse de manera responsable, estará aprendiendo a modificar todo su universo interior y eso se reflejará en su exterior.

La alimentación sana nos junta, nos reúne frente a una mesa, nos da un gran motivo de celebración. La nutrición consciente nos debe inspirar para unir a las familias y a sanar por siempre nuestras comunidades.

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